Y ya es verano.

Luego de haber lavado los platos y de haber ido a dejar a mi vieja al trabajo, llegué a mi casa casi desesperado, buscando a alguien con quien al menos salir. En la noche anterior había salido a un bar a conversar con el David sobre las weás que me interesan, pero mi buena suerte se turnó opaca y me encontré de frentón con un ex compañero que estaba en aprietos. Lo sacamos de allí y lo llevamos donde nosotros, y luego las conversaciones densas se convertieron sobre densas conversaciones de Madonna y Michael Jackson. Penca.
Me senté de flanco en el computador a tratar de contactar conocidos para salir aquella tarde: era mi primer día en el mes en el que estaba realmente libre. Sería mi último día del año en el cual podía celebrarme la vida, pero celebrar solo es algo triste. Estuve toda la tarde descartando, y me dí cuenta que de los contactos que tengo (que son hartos), ninguno me podía servir: me sentí realmente solo en un mar de gente.
Partí en el auto rumbo a la nada, y ronceé las ruedas hasta que sentí el olor a bencina y comencé a amainar ánimos. De la nada llegué a la puerta de una casa a la cual visité en invierno. Tenía condones escondidos en el auto, y en el teléfono su número. La llamé para preguntarle si estaba sola y recibí un sí de respuesta. Estoy afuera de tu casa- Dame 15 minutos para arreglarme. Los chicles de menta me ayudaron, y luego de una conversa banal, un cigarrillo compartido y una acariciada a su perro, me llevó a su pieza, a sentirnos solos, a estar ahí pero tener la mente en otra parte. Y ahí voló el envoltorio del primer condón, y se quedó en el suelo, junto con la ropa, las monedas, el celular y las llaves del auto. Con el segundo condón la cosa se puso densa. Se puso fría, se puso cortante.
Mis papás llegarán, apúrate que no quiero que me pillen- No nos pillarán- Eso no lo sabes tú. Si llega mi papá, porfavor no salgas en pura polera y condón puesto a darle la mano. Si lo haces, te mato.
La escena culminó con una gota de sudor que cayó desde su mejilla a mi pecho. Mi polera estaba asquerosa, nuestros cuerpos brillantes, mi pelo hecho una tormenta y el de ella jugueteaba con el viento que corría desde el ventilador. El olor a suchampú, el olor a su colonia, mi desodorante, mi perfume, la saliva, el aroma a vainilla, el olor a incienso.
Un cortante adiós y de nuevo en el auto, a roncear ruedas y a volver a sentir el olor a bencina. Me devolví a mi casa a ducharme y a sentirme más vacío aún. Volví de nuevo al auto, y fui rumbo a la ciudad, dando vueltas en círculo en el centro, a mover el volante erráticamente rumbo a la nada. Terminé la tarde tomando Pepsi y mirando la playa, habían adolescentes como yo que venían llenos de arena, y yo estaba perfectamente vestido, perfectamente calladado, perfectamente oliendo a perfume.
Quizás hubiera sido genial el sexo con ella. Lamentablemente no pudimos ni un beso. Quizás eso me une a ella y ella no quiere unirse conmigo. Mientras estaba yo con ella, me la imaginaba gimiendo. No podía alejar la vista de aquella entrepierna. Quizás por eso actué erróneamente y ahora no somos nada. Me conformaría con una cerveza, sentir su perfume barato que nunca me gustó y del que aún conservo una botella regalada por ella.
Subiendo por Cuatro Esquinas decidí que era muy temprano para enfrascarme en la casa. Me devolví al Mall a hacer nada. David trabajaba allí. Fui a saludarle, pero ya se había ido. Pedí otra Pepsi y me la fui tomando en el camino, solo y con rumbo a ninguna parte. Me veía envidiable encima de media tonelada de fierros color Ultra Black Cherry.
Y ahí llegó la noche estando en la casa, y con la noche mis ansias de aprovechar el día, y ninguno me volvió a servir. Frustradamente agarré las llaves de la casa y me fui rumbo al centro, a quedarme de pié en el Rock y Sicodelia a esperar a la Gaba, y tomarnos juntos una cerveza de litro desde la misma botella. Deseaba conocerla un poco más. Si me hubiera ofrecido droga, quizás con la desesperación del momento la hubiera aceptado. Pero la noche en Cisternas pasaba, pero ningún colectivo pasaba. Ahí se fue mi noche, devuelta a la casa a robarle Johnnie Walker a mi viejo.
Estoy solo otra vez, solo. Quizás esto deseaba. Quizás esto es lo mejor. Y ya es verano.-

Cuidado

¿Tengo que temer de ti? Hasta el momento, tú sabes más de lo que yo sé de ti. De hecho, a veces te he dicho cosas que nisiquiera yo sé de mí. ¿Hay que comenzar a racionalizar? hay que empezar a calmar la lengua un poco. A dejarla en casa de vez en cuando, que entre anécdota y anécdota, se puede escapar información valiosa, y desparramarse por ahí.-

Empty Less

"No habras la boca, Juan: Perderás el encanto, la gente se desilusiona cuando te muestras tal cuál eres. Acostúmbrate a quedarte callado cuando sea necesario, a no ser el que eres, o simplemente, Darling, acostúmbrate a callarte, a vestirte LIKE DON'T GIVE A FUCKIN' SHIT, a escupirle a las viejas, a fumar como LIKE DON'T GIVE A FUCKIN' SHIT, porque eso en tí se veía espectácular: régio, tan lejano, tan distante, distinto y solitario" -Cállate, hija de puta. Cállate, deja de darme órdenes de como hablar, de como ser. Conciencia de mierda, si soy lo que soy ahora, es porque me han dejado vacío de inspiración y de pasión. Unas mujeres se repartieron mi alma junto con mi escencia, y ahora las están pavoneando junto a otros hijos de putas más regios, más lejanos, más distantes y distintos que lo que yo nunca seré.

Conciencia, por favor, déjame tranquilo: Que la gente se agrade con lo que sobró de mí. Soy una buena persona, aunque carente de pasión. Solo necesito a alguien que me haga sentir Empty Less, te juro que a la postre a ello volveré a ser el de antes, ahora sólo me queda arrastrarme. Ojalá que algún día encuentra a una en mi mismo estado. Ojalá pronto vuelva a ser el de antes: Me odiaría a mí mismo si me mantengo toda la vida así.-

Las Papitas Lays con Salsa de Ajo


Cuando chico, mi mamá era muy emprendedora. Pero no de esas señoras (digo, joven de 35) que venden sopaipillas o helados de bolsa en verano. No, yo hablo de esas mamás emprendedoras dignas.
Aún recuerdo el living de mi casa lleno de cajas con cosméticos marca Unicass, torta en la mesa, café por doquier, alitas de pollo al horno, pisco sour y señoras revendedoras de mi madre probando los nuevos productos y llevándose regalitos a casa: eran como esclavas a voluntad, siempre a fin de mes le iban a pasar turrones de dinero a mi madre y ella los contaba con ojo crítico. Mi madre, aparte de ejecutiva de ventas de una financiera, trabajaba como jefa provincial de una marca que quebró al año. Una marca que traía cosas de la Europa oriental y las etiquetaba con un unicornio plateado.
Aún tengo en la nariz el olor a muestras de perfumes, a "Centella Asiática Rusa", a geles reductores y pantys italianas... Mi mamá vendía de todo a todas. Un poder de la palabra impresionante.
Al tiempito del inicio de la bonanza de mi madre, las vendedoras se cansaron y comenzaron a alejarse de ella: quedó sola con cajas y cajas de productos unicorneados. No le quedó otra que agarrarme a mí y a sus zapatillas más cómodas y caminar por el pueblo ofreciendo productos a las amigas, a las colegas y a las vecinas.

Un día de septiembre mi mamá me llevó a un lugar raro a venderle cremas a las "Chiquillas". Cómo olvidarme de las "Chiquillas", mujeres anchas, jóvenes, con cara de cansancio, fragantes, desordenadas pero coquetas. Ellas me amaban y yo les amaba a ellas. Las visitas a las "Chiquillas" fueron de una vez a la semana: los viernes por la tarde, después del almuerzo y antes del trabajo de ella.
Camino donde las "Chiquillas" mi mamá me hablaba de la vida difícil, del no estudiar y del temor de la adolescencia de mi hermana. Yo pasaba el rato mirando los colores de los autos y observando los amigos que podría tener si no estuviera con mi mamá ignorando su miedo pequeño.
Un viernes de esos conocí a Marilyn, una niña gordota y coqueta, de uñas largas y llenas de colorado. Ella era una de las "chiquillas" más queridas del lugar y la más famosa. La Marilyn me quería más de lo que yo le quería a ella. Mientras mi mamá sacaba productos de un bolso, la Marilyn iba a su pieza y me traía muchos paquetes de papitas lisas con salsa de ajo. Ella tenía un niño que las repartía a las botillerías y que le traía cajas y cajas de productos Fitocracks. El niño estaba enamorado de ella y ella no podía enamorarse de él.
Todavía tengo la imagen del bar lleno de viejos tomando Báltica, del patio común,de las puertas celestes y a la Marilyn, feliz y regia con su crema de peras marca Unicass.-

Crecí, lamentablemente

Me di cuenta que crecí cuando comencé a enseñarles cómo usar las cosas a mis viejos. Y también, cuando me di cuenta que ellos saben lo mismo que yo, pero desde mucho antes.-

La Palabra

Lo de René iba de mal en peor: Se quebró la cadera saltando una reja, le dio otitis por jugar con el gato, le dio apendicitis por comer tantas galletas de dieta y se fracturó el tabique nasal buscando el control remoto, todo en la misma semana. Cuando se dio cuenta de su desgracia se acordó de la biblia y su palabra, escrita en un fino papel. La biblia, un dispensario ilimitado de papelillos.-

Basura Reminiscente



Los cigarrillos aguantan, el papel también. La música de un reproductor de MP3, los lentes oscuros, el sonido de mis botas en el pavimento y el humo de un cigarrillo llaman la atención de cualquiera que me ve pasar por las calles de esta ciudad tranquila y mansa, una ciudad tan tranquila, que uno no se imagina a nadie cometiendo ilícitos: creo que soy el único que comete ilícitos en este ciudad. Yo no soy de acá.

Es cuando voy por la calle, caminando rápido a ningún lugar, que me comienzo a cuestionar mi vida entera. Hasta el momento llevo una vida normal, sin altibajos, con noches de fin de semana que reflejan mi vida paralela. Los momentos que me dejan sin respiración, los disgustos, los placeres, los dolores, todo aquello que me hace sentir vivo, que me recuerdan que la vida es corta, y que siempre estará acompañada de una banda sonora simplista, conformada de mi parte favorita del único tema que escucho sentado, caminando, a escondidas o simplemente cuando de aburrido, vago por mi vida.

Es cuando voy por la calle, que comienzo a cuestionarme cómo amante (es muy pretenciosa esa palabra). ¿Seré un buen amante? O, mejor dicho ¿seré apto para ser amante? Ganas, muchas. Razones, pocas. Es por eso que me defino, en el terreno color pastel, como un verdadero desastre.

He intentado tantas veces de reemplazarte, mujer. ¿Serás que tú eres mi basura reminiscente, aquella persona que no me deja vivir? ¿Serás tú, la que me quita todo aquello que me hace sentir vivo? Porque desde que dejé de conocerte, mujer, tú has sido lo único que no me ha permitido vivir como un ser humano normal.
Se supone que la que quedaría mal eres tú. Pero no, porque cada vez que me trato de escapar de ti, estás allí, física o espiritualmente, como un vigilante, como un detective que busca venganza, con tu aroma a violetas, con tu mirada penetrante y fugaz, con tu sonrisa entregada, con mi felicidad robada. Mujer, tú me has vuelto loco. Tú me quitaste un brazo. En realidad no, tú no me has quitado nada. Pero te amaría más si hubieses tenido compasión por este pobre tipejo que clama por volver a la normalidad. Comparado con mi sanidad mental, ¿un brazo? Un brazo no es nada.

Mujer, sin ti, no puedo volver a la nada. Sin ti, no puedo pasar otro invierno tranquilo, porque yo te he robado todos tus inviernos. Quizás, tú quieres devuelta todo lo bueno que me has dado. Por eso, mujer, entrégame mi normalidad, y luego tómame o déjame. Yo te estoy entregando todo lo que te debo de a poco. Estoy destinado a volver a ti de nuevo, para poder irme con otras: mi insanidad mental me ha hecho fracasar en todo lo que al terreno color pastel se refiere.
Mujer, tú has hecho que el papel aguante mucho, que los cigarrillos también lo hagan. Tú me has convertido en lo que soy ahora. Tú me convertiste en un ser que camina por la calle y que luego se teletransporta, a un escritorio atestado de cenizas, a escribirte con desesperación.-

Centro.-

Me calmé, volví a mi centro: volví a odiar a todo, volví a odiar a todos. Llegué al punto de volver hacia mi escencia. De calmarme en mi casa, en mi pieza, en mi cuarteque, que el computador aguanta mucho, que la cama es blanda, que la tele se apaga hasta que yo lo diga, o cuando mi sueño me obligue. La nicotina es la única que me controla, ya se me pasará cuando comience a ejercitar mi rodilla, eso es un pretexto para bajar la ponchera: todo baja menos la ponchera. Hasta las ganas bajan, hasta la vorágine baja. Es bueno cuando todo baja al subsuelo.-

Espero que la gente cambie. Espero que yo nunca cambie. Creo que será difícil.


Todos me dicen que he llevado, hasta el momento, una vida corta en todo sentido. Espero que sea cierto.
Aunque no lo creas, tengo una pésima experiencia en el plano afectivo. Horrible.
Tengo 17 años, cumpliré 18 en un futuro cercanísimo y, sinceramente, mi vida en el terreno color pastel ha sido una mierda. Una mierda marrón con olor a perfume, con migas de dulce, con granos de café de cafetería cuica, con gusto a fin de semana furtivo con aroma a cigarrillos.
Pero, me debo describir como para que puedas entenderme como persona, para que puedas formar lazos y entender el por qué de todo, un por qué que yo no entiendo:
Me llamo Juan, soy chico, fumo mucho, me gusta crear, me gusta hablar mucho, me gusta reírme de lo vanal del mundo. No seré lindo (soy horrible) pero lo compenso con mucha higiene, con buen aroma de cuello, con dientes limpios, con ropa que considero bonita, con fotografías del hemisferio izquierdo de mi cara, que es el mejor compuesto.
Hasta el momento, la única cualidad que tengo frente al mundo es que soy caballero, que ya no hacen más como yo, que soy edición limitada (me lo han dicho muchas, no es que me esté vanagloriando). Pero, ¿de qué mierda me sirve eso? Bueno, que un tipo sea caballero es un clisé de las mujeres, pero se lo pasan por donde quieren. Como le dije una vez a una mina: ¿De qué me sirve ser perfecto para ti según tu, si de alguna u otra forma eligirás al flayte o al que te trató mal, al que te trata mal, al que te tratará mal?. Por una mujer soy capaz de agarrar mis pertenencias (que son pocas) e irme a la chucha del mundo, con ella, para hacerla sentir especial.
Las mujeres no gustan de eso: A las mujeres les gustan que les traten mal. Yo no trataría mal a ninguna, creo que por eso no me han elegido aún.
Lo mejor que podría recibir de alguna de las mujeres que han pasado por mi vida, es decirme en qué soy malo, en qué estoy fallando, para saberlo y no repetirlo más: Sé que me engancho con cualquiera y que se me es difícil desengancharme. De a poco lo he ido mejorando. Espero nunca cambiar. Espero que las personas cambien. Espero que no sea difícil.-

Cosas que he escribido una noche de un sábado, a finales de Mayo.-


.

Espero que esta situación sea como la de apagar el último cigarrillo que tengo en mi cajetilla: Creo que hay alguno por ahí, escondido en algún rincón de mi pieza. Espero encontrarlo. Espero encontrar a otra. Tu no eres la única, ya no puedo encenderte, ya no puedo tenerte, porque fumarse un pucho, un cigarrillo que ya se apagó, deja mal sabor en la boca.-
__

Puta que es rico fumar, weón oh: Y para los que no fuman, usen el ejemplo del cura frente al sexo, para un cura es pecado el sexo, pero para quienes lo prueban, uyuyuy, la cosa es distinta. Puta que es distinta.-
__

Es difícil usar un traje Dior o Rabanne, pero no es difícil usar un perfume Dior o Rabanne. Eso hace la diferencia entre usar una chaqueta de la ropa americana a usar algo con personalidad, con esencia propia, con otro tono. Le da mejor prestancia, y eso es un plus, un punto a favor.-
__

Todos los Olivares-Campos, los Campos por separado y los Olivares por separado tenemos una característica inherente: La amabilidad a los amigos. Eso de sentir a los amigos, a los visitantes como en casa es algo que no me caracteriza sólo a mi, a mis padres, a mis abuelos, a mi familia también los caracteriza. Eso es genial.-


.

Pequeño Napoleón

Cuando te vi hace unos añas atrás, hechada en el piso y llorando como una Magdalena cualquiera, me sentí en la gloria. Y lo digo así sin tapujos, me importa poco y nada si alguien me califica de enfermo y esquizofrénico. Fue glorioso, dulce y empalagoso.
Pero, tu no me hiciste nada. De hecho, fue raro, porque yo me despedí de ti. Hice tantos cuentos en honor a ti, los mandé a muchos lados, los leyó mucha gente y me decían que estaban buenos. Pero a mí no me gustaban, y sabes por qué, porque los escribí falsamente.
De a poco empecé a odiarte. Muy de a poco, inclusive, me traté de engañar a mi mismo endiosándote y poniéndote encima de todas y de todos. Pero no, terminé odiándote, eso me gusta.
Mis obsesiones se incrementaron el mismo día que decidí dejarte, y odiarte. Ése día mi blanca polera usé, mi camisa, mis jeans azules azules y mi perfume volqué sobre mi, pero no para dejarte el cuello pasado a Benetton. No, para nada, lo hice porque cada vez que veo a alguien que odio, me pongo obsesivo. Me convierto en un pequeño Napoleón que tapa sus pensamientos en perfume, en limpieza, en buena ropa y mucho cigarrillo. Creo que lo hago para hacerme el interesante, no sé. Quizás lo hago para odiar con autoridad, para que no me digan que soy una pobre escoria sin derecho de odiar, no sé.
Lo único que sé, es el por qué te odio: Porque te di lo mejor de mi y nunca te hice daño, prefiero odiarte que lamentarme y llorarte.-