Él es Pepe Pereira

Entre tanta vorágine producida por ser fin de año, a Pepe le tocó hoy servir de Junior. En una mezcla de placer y hastío, el hombre se desliza por la carretera con 20 kilómetros encima de lo permitido, pero aquello no parece importarle y sigue conduciendo por inercia. Big Bang Baby suena formidablemente en los parlantes del auto, que de tanto volumen se saturan con un sonido seco. A cualquiera eso le importaría, pero por favor que quede en claro, a él no le interesa ni los parlantes ni la velocidad ni nada. Pepe está caliente, y simplemente quiere llegar luego a casa después de las diligencias para contactar a una mina y, obviamente, follar.

Debajo del buzo harapiento y sucio, debajo de esa cabellera indómita y pegajosa, como si de una selva se tratase. Delgado, débil y caballeroso, Pepe oculta con gracia su espíritu y esencia caliente, la “personalidad del libra” que le recalca una amiga aficionada a Nena Borrero y sus patrañas en papel couché. Ninguna de las viejas, ni de las minas ni de los hombres que hay en el supermercado siquiera dimensionan la calidad de pervertido del hombre que está en el mismo recinto que ellos. En realidad la palabra hombre es mucho para este personaje, pero sí podríamos decir muchacho. “Pepe: el muchacho pervertido”.

Pasaron dos horas y Pepe se encuentra en casa otra vez. Las bolsas del súper y las llaves del auto las lanza sin gracia sobre la mesa. Está desganado, pero caliente. Se le viene encima una tarde cargada, así que se sirve de una RedBull con whiskey. No es tonto, también roba un Viagra y casi la totalidad de los condones del papá.
Nadie en casa se da cuenta de la calidad de hijo que es Pepe. Como no ha llevado pololas a la casa, sus padres suponen que es virgen o gay, pero no están en lo cierto, ni tampoco quieren averiguarlo. Bien por él, el universo se desequilibra a su favor.

La tarde se le fue entre los dedos, mejor dicho, por el entre pierna. Son las ocho y media de una tarde nublada y gélida, y todavía no ha conseguido nada. Pero lo conseguirá. Hoy él folla sí o sí, aunque tenga que recurrir, a regañadientes, a alguna de las minas que tiene en su celular, que por cierto, ya están más que conocidas y re contra tiradas.